Estoy
más familiarizado con los libros negros, aquellos que recuerdan los crímenes
que cometió el comunismo soviético, o el del capitalismo. Así que de primeras
un libro blanco suena a algo bueno, ¿no?
El
libro blanco de la profesión docente de José Antonio Marina publicado en el año
2015 es el resultado de una reflexión encargada por el ministerio de Educación
a este filosofo. Era un momento de discusión en torno a la educación, su mejora
y reforma, ya que se había aprobado hacía unos pocos años antes una nueva ley
de educación muy discutida, la LOMCE.
En su
reflexión plantea una serie de propuestas de cambio. A nosotros, María la
trotaclases, Víctor y un servidor nos tocó la cuarta propuesta, cuyo objetivo
es fomentar un modelo de escuela como comunidad de profesionales comprometidos
en lograr el éxito de sus alumnos.
Uno
de los principales problemas para crear esta comunidad es la existencia de un
alto número de profesores interinos, quienes al no crear lazos con la escuela
en la que trabajan, no se involucran en las actividades del centro.
También
es necesario, según José Antonio Marina, que se refuercen las figuras del
director y los equipos directivos, ya que en su modelo propuesto asumirían
responsabilidades extraordinarias, pero también competencias nuevas como poder
definir las características de las plazas ofertadas de profesor.
Remarca
cuales son para él los protagonistas de la actividad educadora: docente,
director y equipos directivos, orientadores y tutores, los servicios de
formación continua del profesorado y la inspección educativa. Además de que
tiene en cuenta las diferencias que existen entre las escuelas privadas,
concertadas y públicas.
Existe
debate en torno a la educación, pero, sin embargo, después no hay unas
consecuencias, unas reformas reales que sean prueba y resultado de él. No creo
que las propuestas de José Antonio Marina y las anteriores a él hayan calado
realmente en las mentes de quienes tienen la educación en sus manos, los
políticos.
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