viernes, 26 de octubre de 2018

De Castigos


El experimento del que yo quiero hacer mención es el del profesor Stanley Milgram del año 1961 sobre la obediencia a la autoridad, aunque a los participantes se les decía que era para valorar la eficacia del castigo a la hora del aprendizaje. En el experimento había implicadas tres personas, uno que dirigía el proceso; uno que sufría los "castigos", el alumno; y, el verdadero sujeto de pruebas, el maestro, quien los administraba.

Un experimento de esos poco éticos que ya no se suelen hacer, pero con el que quiero resaltar la importancia de esas gotas de empatía a la hora de la enseñanza. Los alumnos son seres humanos como nosotros y sufren, tienen malos días, no siempre pueden responder a nuestras expectativas. Nosotros, profesores y maestros, no podemos dejar que desde arriba nos ordenen sistemáticamente el amargar su vida, ni podemos dejar que nos la amarguen haciéndolo. Sí, es necesario algo de disciplina, pero el castigo o, por lo menos, la mayoría de ellos no deberían de estar presentes en el sistema educativo. ¿Si quisiéramos trabajar con máquinas o clones? no estaríamos aquí ¿verdad? Si existen unas normas, que estas estén consensuadas por los implicados y siempre en disposición de ser reformadas.
                               
Si queremos obtener resultados, ¿no será mejor incentivar su curiosidad por el mundo y la vida, para que ellos solos se pongan a investigar, a preguntarse cosas y en definitiva a aprender? ¡Pues no es algo tan complicado! La tienen de forma natural, pero la escuela se la ha quitado. 

Debemos de evaluar, sí, pero sin convertir una nota en un momento dado, una acción o un día especifico en la base de los castigos y los premios. Debería de valorarse el progreso individual del alumno y del profesor el interés que es capaz de crear en ellos. La educación es cosa de dos, no siempre es culpa del alumno la falta de interés. Entonces ¿porque solo vamos a evaluar al alumno?

Dejémosles que sean un poco marujas y no dejen nunca de estar al visillo, ansiosos por encontrarse con el próximo cotilleo. Porque la vida tiene muchos misterios y los más golosos aún están por descubrir. Otro alumno más no lo logrará, ese alumno quizás sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario